En 1988, nació Espartina S.A., una empresa de explotación agropecuaria fundada en el Partido de Daireaux, provincia de Buenos Aires.

Nuestro objetivo era claro: expandir el negocio agropecuario en la provincia de Buenos Aires y en el resto del país. Durante nuestros primeros años, la ganadería y la agricultura eran nuestras principales actividades.

Sin embargo, en los últimos años, nos hemos centrado en un sistema de agricultura permanente con rotación de cultivos, implementando innovaciones tecnológicas como la siembra directa en 1992, soja RR en 1996 y agricultura georreferenciada recientemente.

Con una trayectoria de décadas en el sector agropecuario y un enfoque en la sostenibilidad y la eficiencia, Espartina S.A. sigue siendo una empresa líder en el mercado agrícola. ¡Conoce más sobre nuestra historia en nuestro sitio web!

FAMILIA CARRIQUE

Haciendo un poco de historia...
Pedro Carrique, noveno de diez hermanos, con solo 18 años migra de una España bélica aturdida por la Guerra Franco-Prusiana. Declarado apto para formar parte del servicio militar, en ese momento entendió que su destino y provenir estarían marcados para siempre: había que migrar hacia nuevos horizontes.
Con solo 1000 francos en sus bolsillos y una pena invadiendo el alma, atravesó la frontera franco-española, lanzándose de lleno a un viaje en vapor. Destino final: Buenos Aires, Chascomús. En dicha tierra prometida ya se encontraban asentados dos de sus hermanos, Fabian e Ignacio, quienes comenzaban la famosa “aventura de la américa”.
A tan solo siete días del desembarco, invadido por la adrenalina y la determinación, salió a cargar lana a la Estancia “La Quínoa”. Propiedad del señor Pedro Luro, otro luchador más de origen vasco, ubicado en el Partido General Guido. 
Pedro Carrique, ya en 1879, entendió que el porvenir estaba en otro lado. Arrendo un campo en el Partido de Chascomús y lo pobló de vacas y ovejas. Años más tarde, junto a su hermano Ignacio, compraron de segunda mano 3.000 hectáreas más, en los campos desiertos de Guamaní. Con el único deber moral y social de poblar personalmente ese pedazo de desierto indomable. Tras la “campaña del Desierto”, en esa zona inhóspita todo se volvía obstáculo sobre obstáculo y era menester improvisar muchas cosas. 
Finalmente queda Ignacio con la mitad del campo, al que denomina “La Golondrina“, con unas 1.500 hectáreas. Lo que son hoy los potreros 1 al 9 inclusive. Mientras que Pedro junto a su compañera ideal, como él solía llamarla a Doña Graciana, se estableció en el médano más alto de la zona en la Larga, dándole así origen a su nombre: “Loma Alta”, todo lo que es hoy menos los potreros 5, 6, 7 y 8 que no pertenecían al campo original y que compran con posterioridad. Juntos afrontaron los mayores momentos de desengaño y dificultades que tiene la vida lejos del hogar. 
Mientras que Pedro se radica definitivamente en “Loma Alta”, Ignacio trabajó su campo alquilándolo a terceros y compró 740 hectáreas, hoy conocidos como los potreros de “La Golondrina”.
Hay pocos datos de cómo se organizaron para poblar e iniciar la actividad agropecuaria en dicha zona. Gracias a un relato a “Caras y Caretas”, el 30 de noviembre de 1882 llegaron con las vacas y caballos después de 52 días de arreo para instalarse definitivamente, justo en el décimo aniversario de su llegada a la Argentina. Coincidencias curiosas de la vida...
Toda esta travesía, para su seguridad, la hizo acompañado de un Winchester 44. Solía recordar que nunca había tenido necesidad de usarlo, por lo que se desprende que el desierto tenía, al menos, mas tranquilidad que las fronteras Sur (Tandil) y Norte (Sur de Córdoba) que en esa época eran muy conflictivas. Medios de locomoción no había, caminos tampoco, solamente huellas. 
El matrimonio de Pedro Carrique Urrutibehety y Graciana Escaray Mendiburu tuvo siete descendientes. En 1885 llega la primera de las hijas, Maria Benedicta, luego Lucia María nacida en Chascomús. Pedro Ignacio nació en Guaminí el 24 de enero de 1888.
Al tiempo llegaron los otros cuatro hijos: María Magdalena, Julia Graciana, Fernando Mauricio y Marta, que siempre se la llamó Celina.
Los primeros años habrían de ser los más duros. Tanto para vivir en un total aislamiento social como para producir en el desierto con campos abiertos, sin alambrados con mil dificultades para comercializar la producción y, además, con escasos recursos.
Otra limitante importante en esa época era el agua. Solamente contaban con ojos de agua en los médanos de las “Lomas de Yamaidá“ y en el “médano del susto de la perra“, por eso eran fundamentales los médanos, ya que servían como aguadas naturales.
La primer aguada “artificial” por llamarle de alguna manera, fue la del que hoy es el molino del potrero ”La Invernada”, en el que habían hecho un pozo calzado con ladrillos, similar a un resumidero, hasta la napa de agua y con un “balde volcador”, que elevaban a cincha de caballo, llenaban el bebedero. 
Como prácticamente todos los trabajos se hacían en forma manual, había mucho personal estable y se carneaba 4 o 5 lanares por semana. Dos veces por año se vendían la lana y los cueros. Para las ovejas también había un plantel y se compraba un carnero en Palermo.
Poco antes de fin de siglo, el General Roca que comenzaba a poblar la Estancia “La Larga” (60.000 hectáreas que recibió del gobierno Nacional, como remuneración por la Campaña al Desierto) contrató un húngaro entendido en la materia e hizo un vivero forestal y con su producción se plantó el monte de la estancia y también las primeras plantas de la zona. 
También sobre fin de siglo, en 1897, llegó el ferrocarril Sud hasta La Larga, cambiando radicalmente la situación de la zona ya que era posible llegar con los productos a los mercados y producir racionalmente. Todo un cambio de paradigma a nivel productivo.
La modernización trajo consigo la comunicación, La Carta, transformándose en el vínculo de comunicación casi único de uso masivo durante muchos años.

La producción toma valor y por lo tanto también los campos. Don Carrique, ganadero de alma, continuó mejorando su rodeo Shorthorn y su majada Lincoln que prácticamente hasta 1960 anduvieron por Loma Alta. 
En esa época, cuando iban a caballo a atender el campo de “Las Horquetas”, a más de 120 km, el recorrido lo hacían en tres etapas. La primera hasta lo de Emilio Mantel donde estaban avisados para armar algún bailecito; la segunda a Guaminí, al Hotel de Caracotche, lugar de encuentros con amigos para contarse las novedades sociales; y última hasta “Las Horquetas donde finalmente se disponían a trabajar Loma Alta y Las Horquetas.
Las semillas, por ejemplo, se acarreaban con una chata playa tirada por 5 caballos, para llevar solamente 35 bolsas de 60 kilos. Por lo tanto, en cada campo se producía la semilla necesaria para los verdeos, mientras que en materia de vacunos se criaba y engordaba la propia producción.
Era habitual en campos de la zona que para la “Yerra” de los terneros se hiciera una especie de fiesta, con participación de los vecinos, con pialada, jugada de taba y ginebra. 
En esa época trabajaban casi exclusivamente con ganadería. Se hacía algo de agricultura para proveerse de semilla de avena, centeno y algo de maíz que era lo que sembraban para pastoreo de invierno y verano. La agricultura era dificultosa fundamentalmente por las malezas, ya que no existían los herbicidas. Además, los resabios Rosistas consideraban a la Provincia de Buenos Aires netamente ganadera. 
La ganadería para campos grandes era moneda fuerte y de menor riesgo que la agricultura.  Un “enemigo” fuerte de la agricultura, en mayor medida que a la ganadería, eran las sequías a las que se le sumaba la tucura ,que por los escasos recursos que había para combatirla, era devastadora. 
Durante los años de sequía, los campos en la zona, volaban. En esa época, el magro recurso que había para combatir la tucura era distribuir lo que se le llamaba “cebo toxico” (afrecho de trigo humedecido y bien mezclado con Gamexane) con una maquinita de siembra a voleo accionada con un motor colocada sobre un camioncito Ford de 60 HP modelo 37.
El manejo de los vacunos era el clásico rodeo “cerrado” con inverne de la propia producción. En Loma Alta tenían un plantel para hacer los toros de reposición, los toros padres estaban de día en potreritos individuales en el casco y a la noche se encerraban en boxes. El plantel se encerraba todos los días y se hacían servir las vacas alzadas, los terneros machos se dejaban enteros. Una vez seleccionados los que precisaban reponer el resto se vendía de tal manera que solamente se compraban los toros padres.
Este sistema “cerrado” de explotación era habitual en los campos de la zona. Todo esto fue así hasta el fin de la guerra del 45 en que hubo un cambio radical con la aparición del camión modificando totalmente el panorama, tanto en materia de ganadería como de agricultura. El ingreso más importante de la explotación era producido por la ganadería. La venta de los novillos era lo principal. Una vez de “sacar la cola” solían vender todo el lote junto, alrededor de 500. Para ello, se ofrecían por carta al Frigorífico “La Blanca“ y estos mandaban por tren a Andant un “revisador” que una vez aceptada la hacienda, pactada la venta y fijado el día de carga regresaba a Bs. As.
La tropa se cargaba por Ferrocarril en Andant, y eso también tenía su programación: el día del embarque a la 1de la madrugada “despacito” salíamos con la tropa hacia la estación, los dejábamos descansar unas horas y luego los cargábamos a razón de 23 novillos por vagón, terminando a las 8 de la mañana, hora que salía el tren directamente al Frigorífico “La Blanca”.
El resto de los animales vacunos, cola de novillos, vacas de rechazo y las vaquillonas que no iban para cría, se engordaban y mandaban al Mercado de Liniers, consignados a Pedro Arancet e Hijos. 
La división de los potreros se fue haciendo poco a poco. Tal vez en forma provisoria, de acuerdo con los recursos y a las necesidades del momento. Así fueron quedando la forma y el nombre como: “el cuadro de los toros”, “la parva”, “el horno”, “la invernada”, “el pelado”, el norte chico”, “la troja”, “las lomas del norte chico”, “el norte grande”, “la vía”, “el cuadro chico”, “el cuadro de las casas”, “el Bronce” (nombre de un toro de pedigree), etc.
En Loma Alta siempre había muchas ovejas, ya que Carrique solía decir: “la plata se hace con las ovejas, se mantiene con las vacas y se pierde con los caballos”. Todas de raza Lincoln, oveja grande que cargaba mucha grasa y de lana gruesa que se usaba para alfombras e indumentaria rustica.
Entre 1900-1920 adquieren 1.200 hectáreas en Enrique Lavalle que denomina “6 de Enero“ hoy de Miguel Peñaranda y 4.256 hectáreas en Espartillar que se denominó “Las Horquetas”, completando así 7.256 hectáreas; un poco mas de 1.000 hectáreas para cada hijo como era su meta.
A principios del siglo, gracias al ferrocarril, en muchos campos se comenzó a hacer cosecha, sobre todo trigo. Todo el proceso de producción agrícola demandaba mucha mano de obra, durando la cosecha por lo menos unos 3 meses. Para hacer este trabajo venía mucha gente de Europa, sobre todo de Portugal. Luego de la cosecha volvían a su País. De ahí nace el dicho “hacerse la América”. En ese momento “éramos el granero del Mundo”.
Entre los años 1920-1930, en lo que hoy es la tapera del 1 de La Golondrina, que está aproximadamente a 500 ms del casco de Loma Alta, vivía y tenía tambo Jean Pierre Inchauspe. Un bohemio, sobrino del abuelo Pedro, quién cruzó los Pirineos en bicicleta para embarcarse en España hacia la Argentina.
Pedro Ignacio se casa con María Luisa Uhalde el 29 de Agosto de1925.  En 1929, llegan desde Buenos Aires a la estación de Andant junto a sus hijos Haydée, Eduardo y Adolfo, recién nacido. En ese entonces, con Jean Pierre trabajaba Pedro Gatti (Perico) quien a partir de ese año comenzó a trabajar con Pedro Ignacio en Loma Alta, convirtiéndose en el hombre de confianza, una especie de capataz. Cuando Eduardo y Adolfo dejaron de estudiar y decidieron embarcarse en el trabajo del campo, le compró 50 hectáreas linderas a los Galván donde vivió con su mujer, Felisa Palma.
Con la llegado del gobierno de Hipólito Irigoyen llega la revolución del 30, debido a ciertos malos manejos y decisiones poco fortuitas, parte del rancho viejo de La Golondrina cayó aen una hipoteca muy comprometedora. Quedando en manos de la justica hasta que se ordenó el remate. Finalmente, luego de varias idas y venidas, en 1988 volvió a manos de la familia Carrique adquirida junto con la familia Jauretche-Fosatti. El adiós a Pedro Carrique Urrutibehety
En 1934, coincidiendo con sus bodas de oro, Pedro Carrique les otorga a cada uno de sus siete hijos la posesión total de sus campos y él se retira de la actividad.  Las comidas de los domingos en “Loma Alta” eran un clásico en la familia Carrique, lugar preferido para el encuentro de primos y hermanos. Recuerdos que atesoran en la familia, así como el stock de chocolatines que repartía a sus nietos.
Un ejemplo de honestidad y tenacidad, quién no solamente dejó a sus descendientes un holgado bienestar económico sino también un ejemplo de una cultura del trabajo y el reconocimiento social en la zona por su generosidad y corrección. Un hombre de mucho carácter, con la fortuna de contar con la compañía de una compañera buena y tolerante para acompañarlo en semejante proyecto.
El 11 de Junio de 1940 falleció en Buenos Aires a los 89 años. Camilo Charó, Director del diario “La Palabra “de Caseros publicó lo siguiente: “desaparece del escenario de Caseros uno de los mas esforzados y eficientes precursores del progreso, una figura que supo rodearse de una aureola de prestigio y de respeto, no solo por el magnífico ejemplo de honradez y laboriosidad, sino también por la magnanimidad de su espíritu, comprensivo de todas las necesidades y generoso con las iniciativas vinculadas con la vida ascendente de este pueblo. Su deceso hondamente lamentado entre nosotros, representa una pérdida sensible que todos reconocemos, ya que hombres como Don Pedro Carrique, no son numerosos y significan, en las manifestaciones de la vida lugareña, una reserva de inestimable valor”. Pero esto no significó el fin de una era. Todo lo contrario. En 1941 Pedro Ignacio y Fernando compraron “San Alfredo”. Poco antes, habían comprado a su hermana María C. de Rodal las 1.000 hs. que en “Las Horquetas”, había recibido en herencia. Luego de bregar convencen a Fernando de tomar un crédito en el Banco Provincia de Caseros. Era una época distinta, todavía los gerentes de Banco salían al campo a ofrecer créditos con un interés igual o más bajo que el alquiler que se pagaba.  Desde 1929 Adolfo Luro había vendido fraccionado y en remate su estancia “San Jorge”, Pedro Ignacio compra unas 500 Hs. a las que llamó “Los Álamos” por 2 álamos criollos que había en un molino y que eran las únicas plantas del campo. 
Pedro Ignacio y Fernando prácticamente siempre trabajaron en sociedad ya que, cuando fueron mayores de edad, el abuelo Carrique los asoció a él formando la sociedad Pedro Carrique e Hijos. Sociedad que operó como tal hasta 1936, en que Don Pedro se retira y le entrega a sus 7 hijos sus campos.  Ahí nace la sociedad de Pedro y Fernando Carrique, y comienzan a trabajar en total 6301 hectáreas. Con el tiempo compran 950 hectáreas de San Alfredo, las 1000 hectáreas de Fitte, las 1000 hectáreas de María y las 1000 hectáreas de Julia a la que le entregan por parte de pago 500 hectáreas de La California. Siguiendo la tradición familiar, en el año 1949 los dos hermanos asocian a Fernando, Guillermo, Eduardo y a Adolfo a la sociedad Pedro y Fernando Carrique. Ya, por el año 1953, los cuatro primos compraron las 280 hectáreas en la calle angosta que bautizaron como “La Corta” y que vendieron el año 1959, Fernando y Guillermo para asociarse con Dativo Diez como cerealistas en Espartillar y Eduardo y Adolfo para comprar las 140 hectáreas de “San Pedro”.
El salto revolucionario del sector agropecuario argentino
El “salto“ en materia de mecanización agrícola, sobre todo entre 1950 y 1965, es el mas impresionante en la historia de la familia, ya que pasamos de la labranza con caballos a la cosecha a granel, con cosechadora automotriz, en tan sólo 15 años.
El cambio revolucionario con relación a la producción agropecuaria fue a partir de marzo de 1957 con la fundación del CREA. Tener acceso a intercambio con “maestros” como Don Pablo Hary, Don Guillermo Edwards y Arnaldo Mignaquy, además de contar con un asesor técnico, como Jorge Molina o Gustavo Lundberg fue fundamental ya que éramos principiantes en la materia.
El primer tema que disparó Don Pablo y recogido el guante por nuestro asesor Ing. Molina fue la conservación del suelo, tema siempre vigente durante los 50 años de vida del CREA. 
Buscando siempre la manera de agredir lo menos posible al suelo pasamos por los más diversos tipos de labranzas, rotaciones, sistemas de siembra y por último llegamos a esa maravilla que es la siembra directa. La cual se había empezado a probar, con la tecnología disponible en ese momento, en el año1988 luego de una visita a Chile, al campo del Ing. Agr. Carlos Crovetto.
También el mismo año que el CREA se fundó el INTA, estas dos instituciones fueron los pilares para la gran revolución tecnológica del sector agropecuario. La planta de silos de Los Álamos se construyó en 1965, en la zona donde en general, todavía se cosechaba en bolsa y Michell Hary, quién tenía bastante experiencia, asesoró para la compra e instalación de la planta.
Disolución de la sociedad Pedro y Fernando Carrique y un nuevo horizonte
Finalmente, la sociedad de Pedro y Fernando Carrique, constituida en 1936, se disolvió en 1956. La familia comenzaba a agrandarse y era el momento oportuno para disolver la sociedad, formando dos sociedades, cada uno con sus hijos.
Con el objetivo que su hijo Adolfo Carrique le tome cariño a su destino, Pedro Carrique hijo lo hizo plantar todos los árboles del campo desde que se comenzó a poblar en 1946.
El 16 de Septiembre de 1955 Adolfo y Nelly se casaron y se fueron a vivir a Loma Alta. El 23 de Agosto de l956 nació María Claudia, el 3 de Octubre de 1957 María Isabel y el 7 de Marzo de 1959 Marcelo.
En 1958 comenzaron la construcción de la casa de Los Álamos. Comenzaron a edificar con los Rachi, excelente gente, muy buenos albañiles, pero la obra era grande ya que además de la casa se construyó el galpón grande así que terminaron en el año 1963.
El domingo 21 de Octubre de 1962 inesperadamente falleció Pedro Carrique hijo. Sus hijos lo recuerdan con mucho cariño y amor, tanto él cómo su mujer son ejemplos de una vida de trabajo económicamente cómoda pero a la vez muy sencilla, austera y generosa. Siempre respetados y apreciados por la gente que los trató, siendo su mayor herencia para sus hijos.
Con el fallecimiento de Pedro Carrique, las cosas cambiaron. Se disolvió la sociedad y en Junio de 1963 toda la familia marchó para “Los Álamos”.  Desde ese momento comenzaron a trabajar por su cuenta, además de “Los Álamos”, “Sauce Quechú” y la mitad de “San Pedro” que en total eran 1210 hectáreas propias; continuamos con el alquiler de las 777 hectáreas de Celina, en “Loma Alta”, y las 70 hectáreas de Eduardo en “San Pedro”, totalizando así 2057 hectáreas en explotación.
Las raíces Carrique
En 1983, ya con un camino recorrido y un trayecto marcado, Adolfo junto a Nelly emprenden un viaje por el viejo continente con la ilusión intacta de localizar parte de la familia de Don Carrique. 
Partieron del único dato que tenían hasta el momento: los Carrique provenían de un pueblito llamado Behaske, a no más de 3 Km. de Saint Palais.  Luego de varias averiguaciones familiares, búsquedas desafortunadas y horas en la carretera, dieron con el campo de Louis Carrique de 73 años. Con el transcurso de las horas y en un supuesto francés poco frecuentando por los Carrique, la palabra “La Larga” inunda la conversación. 
Luego de 60 años sale la palabra “La Larga”, un lugar lejano pero muy recordado ya que un tío con su familia había venido de visita desde esas tierras lejanas. Entre lágrimas, los primos segundos, se estrechan en un abrazo y entiende ese vínculo que solo la sangre la conoce.